Era el poeta que en su propio invierno
sembró la primavera.
Regué de flores y árboles los jardines secos.
Me vestí de pétalos,
me dibujé mariposas en la boca del estomago
y pinté mis labios con amores.
Por un tiempo fui el poeta que soñaban mis versos.
Fui libre y fui valiente.
Y mis flores te enamoraron,
y te hiciste mía.
Y te amé como a mis flores.
Y te amé.
¿Ahora vienes con tijeras a podar mis flores?
Te nombré mi primavera y te vuelves otoño
de árboles que agonizan.
¡Mira la belleza de mis flores!
Mira como las pierdes,
¡cómo me duelen tus manos de tijera
que mis propios versos huyen de ellas!