Querida amiga:
el amor no tiene más misterios
que el de ser él mismo un gran misterio.
No existen trucos, simples ni complejos,
malabares, piruetas ni acrobacias
que puedan desenredar esa maraña
de alucinados soles que es el amor.
Para el amor no hay más que un secreto
tan simple, he decirte, que el solo revelarlo
es capaz de producir en mi alma
el más triste de los miedos:
la penosa incertidumbre de comprender al fin,
después de tantos desengaños y vacíos laberintos,
que solo somos este penoso andar hambriento sobre la tierra.
No hay misterios, ya te he dicho,
más que el amor en sí mismo.
Sabes y sé que el amor es un camino empedrado
y que los problemas le crecen como yuyos
entre los adoquines y a los lados.
El único secreto si sueñas con un amor eterno
es, querida amiga, no ser uno el problema.