La cama vacía, la vana luna

La cama vacía, la vana luna
de cada noche.
Las voces rotas de gritar un te amo
que vuela hasta caer agotado en la tierra,
a menos de la mitad de la distancia
que nos separa.
Los días, las horas, el descubrimiento
constante de nuevas formas de extrañarte.
De aquí hasta allí, otra vez,
intento recorrerte en un poema que no te toca.
Tengo los versos cansados de tanto
no poder abrazarte.
Me haces falta donde antes me bastaba
el espacio vacío de una ausencia.
Ahora todo es nuevo,
redescubro el cielo, la luna, las estrellas
buscándote en ellas
como si fueras,
y sé que no lo eres,
un sueño que estaría por hacerse realidad.
Me muerde la ansiedad,
me pregunto si la luna está esta noche tan hermosa
porque tú la miras al mismo tiempo
que yo.
Me lleno de curiosidad por cosas que antes
apenas notaba.
Todo esta ahora más presente en tu ausencia
porque todo esto que toco y veo es el mundo,
es todo lo que tengo, todo
lo que me rodea,
y es y puede ser, cualquier cosa,
menos tu.

Una mirada cobarde tuve para ti esta noche

Una mirada cobarde tuve para ti esta noche
y he perdido este sueño
como un niño
cuando,
ante su primer amor,
no encuentra consuelo en el encierro
perenne de su secreto deseo.
Los mismos miedos me abrumaron,
tus ojos me perturbaron,
humillaron mi hombría,
los temí acechando mis noches más difíciles,
Me acobarde,
temí perderte y no tuve
el valor de luchar para tenerte.

Yermo páramo de soledades

Yermo páramo de soledades,
estériles, vacías.
Marchito el jardín de las rosas
no éramos, como pretendimos,
árbol perenne.
Ásperas las ramas desnudas,
clausuradas las venas con la savia escasa,
insuficiente.
Planta en la sombra infinita de un patio tapado,
durando
en la inercia tediosa de esta vida inerte.