Las líneas sobre la piel del tigre,
los repetidos pasillos del laberinto,
los senderos que se bifurcan,
los infinitos recuerdos de Funes.
Los múltiples caminos de la locura
por los que un ciego buscó con desesperación
a un Dios que la razón le negaba.
Finalmente, cuando las dos fechas
en la piedra lo abrazaron,
una sombra de inmortalidad
recibió al moderno Homero.
Amaba el viento los delicados brazos del árbol
Amaba el viento los delicados brazos del árbol.
Lo amó primero en silencio, luego
con una brisa suave se atrevió a enamorarlo.
El árbol correspondió el amor y fueron una
danza de hojas y vientos enamorados.
Tuvieron su suave primavera en la que el viento acariciaba
levemente y el árbol daba sus mejores flores.
Se conocieron, se amaron y se dejaron envolver
por un verano de ardientes tardes y desveladas noches.
Pronto la pasión se convirtió en costumbre y
se hicieron mutua y suave compañía en el otoño.
Cuando la rutina trajo amaneceres con escarcha
al viento lo entorpeció el miedo y fue brusco en el abrazo
sin notar que desnudaba el fresco verdor que lo amaba.
Finalmente el árbol se sintió agobiado por la fuerza
de aquel viento enamorado y harto de sentirse desnudo
ante tal violencia se entregó al desamor.
Y el viento amó con fuerza, pero el delgado
tronco cedió y la misma fuerza con que abrazaron al amor
les destruyó el amor aquel invierno.
Lo amó primero en silencio, luego
con una brisa suave se atrevió a enamorarlo.
El árbol correspondió el amor y fueron una
danza de hojas y vientos enamorados.
Tuvieron su suave primavera en la que el viento acariciaba
levemente y el árbol daba sus mejores flores.
Se conocieron, se amaron y se dejaron envolver
por un verano de ardientes tardes y desveladas noches.
Pronto la pasión se convirtió en costumbre y
se hicieron mutua y suave compañía en el otoño.
Cuando la rutina trajo amaneceres con escarcha
al viento lo entorpeció el miedo y fue brusco en el abrazo
sin notar que desnudaba el fresco verdor que lo amaba.
Finalmente el árbol se sintió agobiado por la fuerza
de aquel viento enamorado y harto de sentirse desnudo
ante tal violencia se entregó al desamor.
Y el viento amó con fuerza, pero el delgado
tronco cedió y la misma fuerza con que abrazaron al amor
les destruyó el amor aquel invierno.
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