Mis brazos abarcan todos los kilómetros

Mis brazos abarcan todos los kilómetros esta noche
para abrazarte. No se si sueño.
Me extiendo por la tierra
y como una infinita serpiente me enrosco
en la distancia que nos une.
No hay afuera esta noche,
soy el exterior que abarco en mi mente.
Te abrazo en órbita terrestre.
Te acaricio desde el cielo negro de esta noche fría de verano.
Y te sueño.
Te sueño justo en esta hora insomne
en que todo se hace ínfimo y minúsculo
para yo poder abarcar desde mis pasos cortos
esta extensión de tierra,
este millar de millares de personas que duermen entre nosotros.
Y te abrazo sin despertarlos.
Hubo un ayer inevitable y así también
de inevitable habrá un mañana.
Y mañana seré equilibrista y caminaré
por la línea de puntos absurda
e inútil que no pudo separarnos
para tocarte con una palabra.

Hay un aliento a flores muertas

Hay un aliento a flores muertas en la parte mas olvidada
de tu boca. Allí donde hace tiempo que no llega
esta lengua habladora. Allí donde germina la saliva enferma
de otro. No desprecies esta sensación de muerte porque es
tu única amiga en esta hora. Las demás, las blancas
sensaciones de jazmines
ya son otras, más mortuorias, como calas secas
en la tumba de un abuelo que murió
sin conocernos.
Las demás extrañezas partan pronto de tu alma,
vuelen lejos. Las sensaciones lívidas de un cielo claro
poblado de nubes las reemplacen. Invéntante un cielo
y pon en el toda tu atención. Imagina blancas y suaves nubes
para que no vean tus ojos las llamas del infierno.

No soy

Un horizonte elevado que no toca la tierra, por debajo,
ni por encima el cielo.
¡Qué extraña esta sensación de haber sido olvidado!
Se me acerca la muerte con su mueca estúpida y ríe
de mi risa, no le temo, no esta noche.
Podría cabalgarla hasta ese horizonte surrealista
que no existe más que un recuerdo absurdo
y desdibujado de otro mundo.
En mis pies sin alas duermen los pasos olvidados y borrados.
No soy aquel que soñó. Ni este que sueña.

Hoja en negro

Hoja en negro,
este insomnio merecido.
Hoja en negro,
vacia,
llena de nada.
Hoja en negro,
amenza de todo los poemas.
Universos cerrados la habitan.
Hoja en negro,
sin ideas,
imagenes,
hoja como piedra
que no siente
que el tiempo pasa,
y no despierta.

Hoja en negro,
infamia literaria.
De tus lineas excavo huesos ajenos,
rayos de soles muertos y lunas
extinguidas.
Enfrento mi hoja vacia,
con la habitual cobardia
la contemplo imaginando
un imaginario lleno de imagenes y aromas.
Nada de eso tenemos mi hoja y yo.

Por esta noche,
y por todas,
mi hoja en blanco negro y yo.
no dormimos.

Gritar

Gritar hasta que un orgásmico hastío en la garganta
nos seque la cavernosa boca por la que exhalamos.
Un grito desgarrador nos debemos ante el fin inevitable
de las cosas. Nos debemos ese regalo.
Impedir que los huesos se conviertan en harina seca y polvoriento
ungüento que asfixie.
Quiera el cielo, ese inhabitable donde pululan nubes bobas,
no nos atraigan otra vez las falsedades.
Desearía desear. Quisiera querer.
Me perdí en la ultima linea de un delirio que robe a una extraña.
Me colgué por voluntad y decision propia de la cruz
y ¡que lleguen, si se atreven, los carroñeros
de la ultima hora!
Antes voy a lamer otra vez tu heridas,
a curar tu lepra o contagiarme,
da lo mismo.
No voy a morir sin lastimarte con amor.
No me resigno, no bajo los brazos que no te abrazan.
Lamento lo que no ha sido como se llora a un hijo
que muere en el útero porque allí donde aun no hay vida
¿como es que llega la muerte?

De huesos rotos compones

De huesos rotos compones triunfos ignorando
la muerte que conlleva tu deseo.
Alejaste de ti un sueño verdadero por tu cobardía y ni
ahora comprendes lo triste del desaire que has vivido.
Escoges frutas podridas y te arrodillas ante higueras secas.
Como un profeta advertí tu necedad y,
conociendo el triste mito de Casandra,
desoíste a quienes acudieron por tu vida.
Acaso no entendiste que el ciego cuando mira ve mas lejos
de lo que tu, vidente vanidosa de lo material,
te atreverías a sospechar.
Te entregaste,
porque era mas cómodo el lecho de un elfo y dudaste
del poder del nigromante.