Desierto

Dos veces
la pálida luna
fue reina.

Dos veces
la arena rodeó
la cuidad.

Un único obelisco
recuerda.

Final, comienzo y eternidad

Final

Como un papel con el que juega el viento
tiemblas y te agitas.
La luna cierra los jardines.

Te quise como a una parte más de mi cuerpo
y en un beso tibio te mutilé.

Debajo de mi cuerpo yace un paraíso
fértil de flores y de vida
pero es la hora en que los duendes duermen sus alegrías.

La salvaje sabana está en silencio, los animales duermen
o descansan mientras un cielo estrellado les guarda,
como un tesoro, el secreto anhelo de una nueva presa.

La noche es una pastizal húmedo que la brisa agita en silencio.


Comienzo

Un beso como un disparo rompe por sorpresa la noche
y de todos los árboles huyen bestias espabiladas.

La eternidad nos busca.

Una brisa agita suavemente el mar que se inquieta
y a lo lejos, el firmamento es un cristal rayado.
Se huele, se presiente, la tormenta.

Un tigre azul cruza la noche de tu vientre.

Un niño redescubre por enésima vez su juego preferido,
un gato llega al tazón con agua aunque no sepa cómo.


La eternidad

Contra una escollera de piedra rompe la ola
y todo lo moja con sus gotas,
y escapa el último ave, liberado al fin, hacia el cielo de la noche.







Quiero que pases el resto de mi con tu vida.

Quiero que pases el resto de mi con tu vida.
Convidarte a estar conmigo contigo.
A no envejecer juntos:
a envejecer tu y yo, pero no nosotros.
Que me invites a tu cama para hacernos
hasta cansarnos sin cansarnos nunca de cansarnos.
Quiero dormir la siesta contigo.
Quiero que me pases. Que me elijas
como elije la muerte el muerto
en ese instante póstumo
y primero del gusto a tierra en los huesos.
Quiero ser tu vida sin quitarte tu vida
ni perder yo la mía.
Quiero que seas. Cerca, pronto, tuyo, mía,
de a ratos, para siempre o como quieras
quiero que seas.
Quiero besarte ahora, después y mañana

Yo tengo tu cuerpo en mis manos

Yo tengo tu cuerpo en mis manos,
tu sombra en mi cuarto,
tu perfume en la cocina
haciéndome el café de la mañana.
Yo tengo tus pies en mis zapatos
caminando mis esquinas
con tus manos tomadas de las mías
en mi pequeña y triste fantasía.

Yo tengo tu bandera y tu retrato
como otros cuelgan crucifijos.

Yo tengo en la memoria
tu entera geografía
y la porfía de quererte
en mi poesía
como te quiero en mi vida.

El sol de la mañana provoca a mi rostro pálido

El sol de la mañana provoca a mi rostro pálido
que niega el despertar con las pocas fuerzas de un sueño.
Mis piernas saben que alrededor de la cama crecen
como malezas las tardes de ausencias
y el cuerpo se resiste a abandonar esta tumba.
El hombre sin amor no debiera despertar jamás de un sueño
en el que una mujer lo abraza.
Debiera haber caminos que lleven a la felicidad.
Deberian tener los caminos amores como árboles
para poder descansar en sus sombras.

Reza por mi: no dejes que me olviden.

Reza por mi: no dejes que me olviden.

Líbrame de todo el viento,
animal:
un lobo hambriento es el mundo.

¡Animal desesperado! Levanto ciegos
los ojos
apreto carne y colmillo
despierto y el cielo es otro
y es también otro animal enfermo.

Ven a amortajarme hasta el veneno de los huesos
que he salvado de los perros.

¿Qué hay para apreciar en mí además de esta escasa muerte
deshaciendo la espuma de una ola
en la rabia de un perro enfermo?

Te traigo esta canción,
cosecha de un año de bíblicas plagas
y hombres de carbón gastado por los días
más negros que la peste que les secó la piel
hasta los huesos.

Este poema se alimentó de sueños recurrentes.
¿A quién o a qué le temes? Al viento
le he dado mis miedos: encima de ellos cabalgan
mis muertos.