Temo no poder asistir a vuestra fiesta

A la Casa de la Cultura de nuestro excelentísimo 
Sr. intendente, Don Miguel Lunghi.



Temo no poder asistir a vuestra fiesta.
Muy a mi pesar, pues está claro
que bien disfrutarán quienes asistan
de tan buen gusto, propio de un artista.

Inevitable será que el alma exclame
de tanto lujo y tal belleza
"¡mayor paraíso no se ha dado a los poetas!"

¡Tanto dorado ornamento, tanta luz
por las ventanas hermosas, tan inmensas!

Han de ser, sin duda, vuestra sillas
tronos propios de reales sentaderas
y vuestro café el más aromático,
para degustar a ojos cerrados
y luego, con cuidado, sobre el vidrio delicado
que recubre vuestras mesas
apoyar, con sutil gesto, mi pocillo.

De más decir que sería grato
descansar del crudo frío de este invierno
en vuestras salas tibias, tan prolijas,
con tal esmero preparadas.

Sin duda, han de ser nubes las alfombras
y cada escalera ha de llevar a un cielo.

Pero temo no poder asistir a vuestra fiesta.
Pues me ha quedado esta mañana, una pena
a punto de parir una cuarteta
y entienda, por favor, esta vergüenza
de no tener zapatos limpios
para subir sus escaleras
o traje de fiesta, o sombrero elegante,
no sea, que sin querer, con mi presencia,
le ensucie su hermosa casa con un poema.


Declaro, en este acto de insanía:

Declaro, en este acto de insanía:
que toda realidad es inmoral;
que la poesía es religiosa,
siempre;
que hemos fracasado en nuestro intento
de volver a a la comodidad del vientre materno;
que hemos perdido la guerra,
no una ni diez batallas;
que seguiremos de pie aún muertos
y agusanados;
que volveremos a escribir canciones,
cuando queramos,
porque queramos;
que incendiaremos la economía,
la política y el derecho;
que robaremos todos los poemas
sin culpa ni vergüenza,
porque somos los dueños de todo lo escrito en la tierra.
Declaro, en este acto de insanía,
sin la menor intención de lucidez o raciocinio:
que todo sea mentira y verdad según capricho
de bufones y borrachos;
que todo lo que cuente un loco será sagrado
y, sin expedientes,
será declarado santo
y profeta
al mismo tiempo.
Declaro, en este acto de insanía,
que no habrá pájaros ni cielos,
ni en los cielos soles o estrellas
aunque sea de noche
pues todas han sido robadas ya
y puestas en venta;
no habrá luna para que no haya
quienes confundan el amor
con otras porquerías.
Declaro en este acto de insanía:
que apagaremos todas las luces,
quebraremos vidrio por vidrio,
y haremos campanas de viento
para que toquen los muertos.
Declaro que no habrá perdón ni indulto
a los que no aprendieron ni a los que sí aprendieron;
que incendiaremos la ciencia y las escuelas,
las academias, las casas de poetas
y los cuarteles
y los estadios de fútbol.
Declaro que prefiero
vivir actuando insanamente
a como viven los cuerdos.