A la Casa de la Cultura de nuestro excelentísimo
Sr. intendente, Don Miguel Lunghi.
Temo no poder asistir a vuestra fiesta.
Muy a mi pesar, pues está claro
que bien disfrutarán quienes asistan
de tan buen gusto, propio de un artista.
Inevitable será que el alma exclame
de tanto lujo y tal belleza
"¡mayor paraíso no se ha dado a los poetas!"
¡Tanto dorado ornamento, tanta luz
por las ventanas hermosas, tan inmensas!
Han de ser, sin duda, vuestra sillas
tronos propios de reales sentaderas
y vuestro café el más aromático,
para degustar a ojos cerrados
y luego, con cuidado, sobre el vidrio delicado
que recubre vuestras mesas
apoyar, con sutil gesto, mi pocillo.
De más decir que sería grato
descansar del crudo frío de este invierno
en vuestras salas tibias, tan prolijas,
con tal esmero preparadas.
Sin duda, han de ser nubes las alfombras
y cada escalera ha de llevar a un cielo.
Pero temo no poder asistir a vuestra fiesta.
Pues me ha quedado esta mañana, una pena
a punto de parir una cuarteta
y entienda, por favor, esta vergüenza
de no tener zapatos limpios
para subir sus escaleras
o traje de fiesta, o sombrero elegante,
no sea, que sin querer, con mi presencia,
le ensucie su hermosa casa con un poema.