que fuera la ciudad arde y una llovizna
azul tiñe la noche.
Pero tú sabes nada de lluvias,
de agitadas jóvenes que bullen por la acera
porque duermes y sueñas tus sueños de poeta.
Dónde quiera que ella esté no te está leyendo
ni te piensa ya en ti.
Pero tu no sabes de olvido porque rima la memoria
con las siete sílabas de su nombre.
Olvidado está el viento, y el sol y las tardes
de cuando juntos caminaban si ser dos.