Finalmente estamos solos

Finalmente estamos solos
y aquellos que juraron salvarnos
nunca han llegado.
Dicen quienes los vieron acercarse
que temieron al vernos.
Somos los inmortales de Borges:
fuimos Homero y hoy somos bestias
lamiéndose las llagas para saciar la sed.
Nosotros que hemos jurado lealtad a la poesía
hemos cumplido nuestra parte:
hemos muerto abandonados a la suerte
en cada verso, pero ellos,
que prometieron salvarnos y lavarnos las heridas
se asustaron al vernos sucios,
miserables como animales
después de tanta belleza.

No tengo más que huesos fríos y húmedos

No tengo más que huesos fríos y húmedos,
y terrones de tierra negra entre los nervios
que he salvado de la muerte.
Las cuencas de los ojos crían lágrimas
con vida que se arrastran por la fría calavera
en busca de algo tibio que comer.
Si tuviera alguna falange rascaría el cielo
buscando el aire que me falta
para llamarte, si tuviera, que ya no, voz.
Es una tarde cualquiera como todas
las tardes de la infinita sombra,
es otro día en la historia que no cuenta
horas, semanas ni años.
Aquí y así,
en la cómoda posición del cadáver
espero que un día me lleguen tus flores.

Tanta ansiedad despierta tu espera

Tanta ansiedad despierta tu espera
que este sol en el cielo
poco abriga
y es como si fuera
mañana lluviosa
todo el día.

No es simplemente que me hagas falta,
es más aun que un extrañar
triste y dolido,
es sentir la ausencia
de tus labios
como la propia ausencia.