Si todas las esperanzas, unidas

Si todas las esperanzas, unidas,
cosidas por manos trabajadoras
formaran una única bandera
el mundo ya hace rato tendría
su paraíso
sin que hiciera falta
ni tanto cura ni tanta iglesia.

Si todos los hombres fueran buenos
con las mujeres
y todas las mujeres
buenas con los hombres
y todos buenos entre todos
entonces,
¿qué necesidad habría de
Estados y Vaticanos?

¿Será por eso que nos hacen brutos?
¿Para hacernos malos?

¿Será que saben
lo hermoso que sería un paraíso
hecho con nuestras propias manos?

Ella era todo lo que tenía

Ella era todo lo que tenía:
sus ojos, sus manos, su cuello
su pelo negro, su boca tan abierta a los besos
sus piernas tan brazos en el amor,
sus pocos sueños rotos
y sus esperanzas de bohemia,
sus dientes y sus huesos...
todo lo que era parte de ella
contaba él en el catálogo
de las cosas que más amaba.