Habrá que aprender de la primavera:
de cómo ama ella a los parques y jardines,
de cómo reverdece a los paseos públicos,
de cómo florece todo lo que toca.
Habrá que aprender del verano:
de cómo ama la claridad y la luz,
de cómo sigue ardiendo a pesar de las tormentas.
Habrá que aprender un poco del otoño:
de cómo sobrevive a la muerte
alimentándose por dentro mientras la piel se seca.
Habrá que aprender del invierno
a amarnos tapados hasta las narices,
a juguetear bajo las frazadas como niños.
Habrá que aprender de todo para amarnos
o no habremos aprendido nada.