Y dicen que la tarde se quebró y el cielo se abrió


Y dicen que la tarde se quebró y el cielo se abrió,
que el Templo se rasgó, que sortearon su manto,
que mojaron una esponja en vinagre para darle de beber.
Ellos dicen que murió, y luego resucitó.
Pero no dicen que el pan nos cuesta más de lo que podemos cargar
en nuestros hombros,
que se nos mueren los que amamos,
que nos abandonan.
No dicen que estamos solos porque los hombres no somos asunto de
Dios.
No dicen que hay pesadillas peores que las que nos despertaban de
niños,
ni que el esfuerzo es siempre inútil o que la humanidad no tiene
esperanzas,
ni que los panes se multiplican en la despensa del rico mientras el
pobre se muere porque es pobre
y el enfermo porque está enfermo.
Besamos la cruz de rodillas y nos devolvieron el infierno.
Pero eso no se dice.