Una mano invisible mueve los hilos:
es una tarde de sol que no los ignora.
Ella sube una escalera y él fuma al pie
y esto pasa ahora o pasó antes
y la escena de la ventana viene después.
No importa demasiado porque tampoco importa si es real.
Para escribir un poema él piensa que es suficiente
haberla visto subir esa escalera
o haberla imaginado frente a esa ventana.
Hay quien vive anhelando, esperando
que del pelo negro de una mujer salga un poema
y se le ofrezca, medusa moderna, para el amor.