Si vivir no fuera una mentira
de los medios,
de los gobiernos,
de los bancos,
no habría forma de sobrevivir.
Estaríamos mirando al cielorraso
preguntándonos qué cosa es vivir.
Cada uno sería irrepetible
con su propio nombre, sus propios gustos,
su propia vocación,
y reinaría entonces
en el mundo, la confusión.
Cada cual de acuerdo al propio corazón
amando a otras personas
de puro gusto
como si eso fuera a salvarnos
de algo.
Existirían miles de canciones
que escucharíamos sin poder decidir
cuál nos gusta más
o cuál es mejor
porque cada día seríamos un ser diferente
enamorado
de cosas diferentes.
Todos tendríamos nuestra juventud
bien atesorada
con recuerdos impropios de la gente bien.
Amaríamos como ciegos
tanteando un camino
y tendríamos dioses
de verdad
en lugar de falsos ídolos.
Miraríamos el cielo sin que nos importe
lo lleno o lo vacío que esté
porque solo lo miraríamos
por ver.
Tendríamos libros,
con portadas de colores
cada uno con un sueño en su título,
muchos, muchos libros
sobre cosas que no existen.
Y seríamos felices leyendo esos libros.
Si no fuera porque
los medios,
los gobiernos,
los bancos
nos dicen qué cosa es vivir
sería un verdadero milagro
estar vivos.