─es sueño todo─
por la que un día cualquiera
la esfinge dice
su acertijo:
Atoro la noche que persevera
en la mañana
mantengo dura la promesa de tu presencia
de alguna forma u otra
─es sueño todo─
y poco o nada importa
en qué país despierte el asesino
o el cobarde.
Todos somos iguales
─dice la teoría─
o apenas diferentes:
similares o simios,
pretendientes.
En la alacena espera el desaliento cotidiano
un bracero estoico contra el viento
¡épica constancia del desierto
ser arena y viento, arena y viento!
Es el poema un enigma solitario
que no se puede descifrar
porque es laberinto la poesía
de letras, no de cifras.
En este instante ella se para ante el espejo
y el espejo la besa
Yo los miro desde lejos pero ellos no saben mi existencia
son felices
como todos los ellos
yo tenía un libro viejo que leía
y releía en noches como esta
lo he perdido
me ha quedado apenas
de sus páginas
la primera
que nada dice
salvo mi nombre
de puño y letra
en tinta negra.
De noche vuelo, o sueño que vuelo
¿a quién le importa en realidad
lo que otro hombre sueña?
¿Puede dolerle a quien me lee
el ojo que me duele cuando encierro
la vista en un cuaderno viejo
buscando el verso o el cuento que no encuentro?
Tu sabes por qué ventana suelo ver el mundo
porque te has convertido en las cortinas
que corro cada noche
para mi sueño intranquilo.
Yo sé qué cosas aferro cuando duermo
pero tú las sospechas
Del conocimiento a la sospecha hay un camino
tan angosto que solo cabe
en él quien lo camina.
Es el poema un acertijo.
Que nadie lo resuelva.