Te quiero, solo eso.

Te quiero, solo eso.
Lo demás me es extraño
como el hielo de las calles
esta mañana que despertamos abrazados.
Te quiero, así de simple.
Así desnuda en una mañana fría
que poco nos importa.
Te quiero, así abrazados,
así gastados.
Te quiero, y ya te extraño
antes de levantarnos
y ponernos los disfraces
de personas
que trabajan y viven
entre personas.
Te quiero porque quiero.
Con este beso cálido
que pronto olvidarán las bocas
cuando choquen de frente
con la helada mañana.

Tengo herida la muerte

Tengo herida la muerte,
de cuatro heridas,
Algunas son tuyas,
otras son mías.

Tengo un pájaro herido,
las alas rotas.
La esperanza duele
¡siendo tan poca!.

Tengo versos tan tristes
que no tienen rima,
de tu ausencia o la mía,
no lo sabría.

Tengo herida la vida,
de cuatro heridas.
Algunas son tuyas,
otras son mías.

Existe un libro con un único poema infinito.

Existe un libro con un único poema infinito. Cada verso narra un beso y en la suma total de ellos están escritos todos los besos. El Poema está compuesto en estrofas que hablan de dos únicas personas. Sin embargo, es éste el único libro de la Biblioteca del Destino que admite una lectura desordenada, y así muchos han leído dos o más de las estrofas propias a un mismo tiempo.
 No hay dos estrofas que contengan la misma cantidad de versos. Conocemos el momento exacto en que empezamos a contar las sílabas de los versos que nos han sido destinados. Pero no el momento en que se gastan los versos que se nos dieron.

Final para un monólogo

Debe ser difícil no saber doblarse con el viento.
Que la brisa más leve te quiebre.
Que no te alcance la vista para ver el mundo.
Querer tener siempre la razón y no entender
que ahí, justamente en la razón, se te acaba el camino.
Me gusta equivocarme porque así puedo corregirme.
Si te doy la razón te obligo a sentarte sobre ella
y allí donde crees que duerme tu gloria
yace muerto tu espíritu.
Mi mejor defensa será convencerte
de lo perfecto de tus argumentos.
Empecé jugando para reírme y terminé
riendo de tu pequeño mundo.
Corro a esconderme para que tú me busques,
y tú me buscas, pobre hombrecito,
¿no ves que cuando me encuentres se termina el juego?

Tú y yo (Suiseki)

Tú y yo,
medio beso
cada uno.

***

Tú, yo
tuyo.

***

Tú eres,
a mi me haces.

***

Tú,
mi argumento.

***

Tú me curas
de lo que me enfermas.

***


con
migo.

***

Tu
mano
sueña mi pecho.

***

Tú,
desnuda.

***

Yo,
tú y él.

Tres veces he perdido

Tres veces he perdido las llaves de mi casa,
un par de lentes, una corbata,
una lapicera, regalo de aniversario.
He perdido hasta la sana costumbre de pensarme vivo.
También alguna que otra media se me pierde.
Seguido olvido algún programa, algún concierto.
Cinco cumpleaños seguidos de un buen amigo.
Todos los números de los telefonos.
La dirección de la casa en que vivías cuando te conocí.
De madrugada salgo a comprar los cigarrillos
que a la tarde olvido comprar en el camino.
Seis promesas a un dios que también he olvidado.
Entre las muchas cosas que olvido quisera contar tu nombre.
Y es tan extraña y caprichosa la memoria
que aún recuerdo tu cuerpo,
aún cuando no lo he visto desde mucho antes de irte.
Se me confunden los días de la semana
y casi todo se me olvida
pero tu nombre y tu recuerdo nunca se apagan.

Oye el clamor de los cielos que truenan.

Oye el clamor de los cielos que truenan.
Oye esta queja de los que nos han soñado
¡Que terrible pesadilla hemos sido!
No he sido ni seré maestro de nadie,
menos aún de retractores.
Les he dejado mis versos desnutridos
para que puedan ponerme
bajo el peso del madero.
Y sin embargo vienen a acusarme
de lo que me he disfrazado.
Vieron la máscara y no el rostro.
Que no tengo inteligencia, dicen...
Soy el laberinto circular del asterión.
No podrán jamás concebir lo que es vivir
en mis pasillos repetidos,
recorriéndolos infatigablemente
en busca de ese monstruo
que al fin termine este suplicio.
Tengo más de cien poemas que merecen el fuego:
si los queman, me quemo y muero.
No siempre la victoria se les regalará de esta forma.
Un día voy a superar esta lástima
que me hace amarlos
y voy a escribir
los odios más feroces
y el fuego
ya no podrá quemar mis versos.

De tu partida

De tu partida
tengo la fecha
sentida y triste.

Siguió la vida:
yo no he podido
seguirla a ella.

En mi tristeza,
no olvido el día
de tu partida.

Como la vida

Como la vida,
en el hogar la leña
se quema lenta.