Con tus piernas saltaré a este abismo
confiado en tus alas.
La tierra sabe los pasos que no he dado:
soy hijo de un destino, me han prestado
la vida para gastarla en el polvo.
Con tus aguas cruzaré el desierto sin temores,
llegaré a las murallas prometidas de Jericó,
pero esta vez sin tablas ni arcas, ni dioses.
Aliviané el peso de mis actos lavándoles las culpas.
Me desquitaré de los que prohibieron la fe,
me saldré de la casa de los que velan muertos...
Me iré lejos:
entre mi casa y mi hogar hay miles de kilómetros
pero ningún árbol...
Esta noche deja la puerta abierta,
amor, por si llego de madrugada.