Me cerraste las palabras con un beso
que fue, en mis labios, el mejor verso
que pudiera escribirse.
Te acaricié el cabello, te besé con la mirada
los ojos negros
y ardió una tarde de invierno
que parecía condenada al hielo.
Son tus milagros, mujer,
tus milagros de hembra destinada
a despertarme.