Los hombres mueren, de a uno, de a cientos, de a miles

Los hombres mueren, de a uno, de a cientos, de a miles
y siendo conscientes de ello
van por la vida regando
quejas, llorando
al viento
su lastimoso destino
de ser finitos
aún cuando es
por su propia mano
que mueren.

Sin embargo
los árboles guardan un misterioso silencio
aún cuando mueren
de a miles
solo por la ambición de los hombres.