Abel logró conciliar el sueño. Por primera vez dormía solo.
Shin Tang se despertó perturbado. Soñé que un hombre enviudaba -dijo-. Me preocupa que infortunios se me anuncian en este sueño. Su consejero lo calmó y el príncipe olvidó aquel sueño, pero a la noche le costó dormirse.
Cuando Abel se despertó no podía dejar de pensar en un palacio de mil jardines en alguna ciudad que desconocía. Es raro, se dijo, soñé con un extraño príncipe y su consejero hablando de mi.