Maliciosamente se enredan...

Maliciosamente se enredan las manos en las arenas
del tiempo.
No esperan, no piden,
gritan y sólo gritan.
No alcanza ni sobra lo que tienen.
Son hijos huérfanos de la palabra.
No tienes más que verlos para saber que son
ellos los que muerden,
los que pican con aguijones de papel.
¡Pobres ellos que no tienen faros!
Navegan en penumbras por mares más profundos que sus mentes...
Son ciegos,
de la vida. No saben.
No hacen pie en las aguas más superficiales,
fáciles ahogados temen a lo profundo
y le huyen.
¡Suerte para nosotros que somos peces!
No tener que respirar el aire que han manchado
con su maloliente saliba.