Me incorporo a lo cotidiano

Me incorporo a lo cotidiano,
me acerco al borde de la ventana
para ver el corazón de la colmena
y pensar en las abejas.
Me incorporo a la realidad
para sentir el peso de un día
de trabajo como cualquier otro.
Me incorporo y presto oídos
al mundo irreal que hay fuera de casa.
Pero vuelvo pronto a las poesías,
a tus brazos que me salvan
del enfermizo zumbido
del mediodía de un lunes.
Vuelvo y no quiero ya irme
porque fuera de tus brazos la soledad
es infinita y fría.

Llega la noche, dame tus brazos
para arroparme que yo te cuido
de la soledad fría e infinita
que hay fuera de mis brazos.