Traigo las manos sucias del polvo del mundo

Traigo las manos sucias del polvo del mundo,
la planta de los pies gastadas.
En la ventana que solía apoyarme
unos brazos cansados me esperan
confiados en mis promesas.
Soy, o he sido, un peregrino gris
de larga barba y pelo ralo.
Elegí ser amante del camino y despreciar
los brazos que cobijan en invierno.
Pero este frío es el aliento de dioses ofendidos
y siento en la sangre la urgencia
del calor que tú me ofreces.