Al final del camino nos espera un árbol


Al final del camino nos espera un árbol
pequeño y humilde, de brazos delgados,
hojas suaves sin verdes brillantes
ni grueso tronco.
Pero de grandes raíces, profundas
que aran la tierra para alimentarse
y nutrir al caminante de savia fresca
para que descanse en la muerte.

Y cuando ese árbol se seque,
se abrirá nuevamente el camino.