Amaba el viento los delicados brazos del árbol

Amaba el viento los delicados brazos del árbol.
Lo amó primero en silencio, luego
con una brisa suave se atrevió a enamorarlo.
El árbol correspondió el amor y fueron una
danza de hojas y vientos enamorados.
Tuvieron su suave primavera en la que el viento acariciaba
levemente y el árbol daba sus mejores flores.
Se conocieron, se amaron y se dejaron envolver
por un verano de ardientes tardes y desveladas noches.
Pronto la pasión se convirtió en costumbre y
se hicieron mutua y suave compañía en el otoño.
Cuando la rutina trajo amaneceres con escarcha
al viento lo entorpeció el miedo y fue brusco en el abrazo
sin notar que desnudaba el fresco verdor que lo amaba.
Finalmente el árbol se sintió agobiado por la fuerza
de aquel viento enamorado y harto de sentirse desnudo
ante tal violencia se entregó al desamor.
Y el viento amó con fuerza, pero el delgado
tronco cedió y la misma fuerza con que abrazaron al amor
les destruyó el amor aquel invierno.