No se vaya, por favor

No se vaya, por favor,
ni siquiera lo piense que afuera llueve
todo el año llueve y hay tormentas
y caen heladas en los dormitorios
y las mesas y oficinas.
No se vaya, por favor,
ni siquiera lo piense que afuera abren más bancos
que bibliotecas o librerías
y solo se recita algún poema
cuando recuerdan la muerte de un poeta.
No se vaya, por favor,
que afuera las canciones parecen pasos de comedia
y casi nunca ya nos estremecen.
Quédese, por favor, quédese conmigo
a soportar juntos esta vida
que le aseguro, un día, se nos habrá ido
y con ella, también los poemas que le haya escrito.
No se vaya, por favor,
quédese conmigo toda la vida.

Te amo, aunque ya no importe

Te amo, aunque ya no importe,
aunque sea tarde.
Te amo y te siento:
te llevo en la sangre
y en la piel,
y en el canto,
y en el verso,
y en mi poesía de barro
y pobreza triste,
en mi música traída
del África negra
y mezclada
con sangre india.
Te amo y te elevo
como estandarte,
como bandera de una guerra
que libro al tiempo
y a la vida,
como una sombra negra
que me acompaña
en la luz clara del día
o en la oscura noche de mi vida.
Te amo, aunque sea tarde, aunque ya no importe,
te amo.

Temo no poder asistir a vuestra fiesta

A la Casa de la Cultura de nuestro excelentísimo 
Sr. intendente, Don Miguel Lunghi.



Temo no poder asistir a vuestra fiesta.
Muy a mi pesar, pues está claro
que bien disfrutarán quienes asistan
de tan buen gusto, propio de un artista.

Inevitable será que el alma exclame
de tanto lujo y tal belleza
"¡mayor paraíso no se ha dado a los poetas!"

¡Tanto dorado ornamento, tanta luz
por las ventanas hermosas, tan inmensas!

Han de ser, sin duda, vuestra sillas
tronos propios de reales sentaderas
y vuestro café el más aromático,
para degustar a ojos cerrados
y luego, con cuidado, sobre el vidrio delicado
que recubre vuestras mesas
apoyar, con sutil gesto, mi pocillo.

De más decir que sería grato
descansar del crudo frío de este invierno
en vuestras salas tibias, tan prolijas,
con tal esmero preparadas.

Sin duda, han de ser nubes las alfombras
y cada escalera ha de llevar a un cielo.

Pero temo no poder asistir a vuestra fiesta.
Pues me ha quedado esta mañana, una pena
a punto de parir una cuarteta
y entienda, por favor, esta vergüenza
de no tener zapatos limpios
para subir sus escaleras
o traje de fiesta, o sombrero elegante,
no sea, que sin querer, con mi presencia,
le ensucie su hermosa casa con un poema.


Declaro, en este acto de insanía:

Declaro, en este acto de insanía:
que toda realidad es inmoral;
que la poesía es religiosa,
siempre;
que hemos fracasado en nuestro intento
de volver a a la comodidad del vientre materno;
que hemos perdido la guerra,
no una ni diez batallas;
que seguiremos de pie aún muertos
y agusanados;
que volveremos a escribir canciones,
cuando queramos,
porque queramos;
que incendiaremos la economía,
la política y el derecho;
que robaremos todos los poemas
sin culpa ni vergüenza,
porque somos los dueños de todo lo escrito en la tierra.
Declaro, en este acto de insanía,
sin la menor intención de lucidez o raciocinio:
que todo sea mentira y verdad según capricho
de bufones y borrachos;
que todo lo que cuente un loco será sagrado
y, sin expedientes,
será declarado santo
y profeta
al mismo tiempo.
Declaro, en este acto de insanía,
que no habrá pájaros ni cielos,
ni en los cielos soles o estrellas
aunque sea de noche
pues todas han sido robadas ya
y puestas en venta;
no habrá luna para que no haya
quienes confundan el amor
con otras porquerías.
Declaro en este acto de insanía:
que apagaremos todas las luces,
quebraremos vidrio por vidrio,
y haremos campanas de viento
para que toquen los muertos.
Declaro que no habrá perdón ni indulto
a los que no aprendieron ni a los que sí aprendieron;
que incendiaremos la ciencia y las escuelas,
las academias, las casas de poetas
y los cuarteles
y los estadios de fútbol.
Declaro que prefiero
vivir actuando insanamente
a como viven los cuerdos.




Desierto

Dos veces
la pálida luna
fue reina.

Dos veces
la arena rodeó
la cuidad.

Un único obelisco
recuerda.

Final, comienzo y eternidad

Final

Como un papel con el que juega el viento
tiemblas y te agitas.
La luna cierra los jardines.

Te quise como a una parte más de mi cuerpo
y en un beso tibio te mutilé.

Debajo de mi cuerpo yace un paraíso
fértil de flores y de vida
pero es la hora en que los duendes duermen sus alegrías.

La salvaje sabana está en silencio, los animales duermen
o descansan mientras un cielo estrellado les guarda,
como un tesoro, el secreto anhelo de una nueva presa.

La noche es una pastizal húmedo que la brisa agita en silencio.


Comienzo

Un beso como un disparo rompe por sorpresa la noche
y de todos los árboles huyen bestias espabiladas.

La eternidad nos busca.

Una brisa agita suavemente el mar que se inquieta
y a lo lejos, el firmamento es un cristal rayado.
Se huele, se presiente, la tormenta.

Un tigre azul cruza la noche de tu vientre.

Un niño redescubre por enésima vez su juego preferido,
un gato llega al tazón con agua aunque no sepa cómo.


La eternidad

Contra una escollera de piedra rompe la ola
y todo lo moja con sus gotas,
y escapa el último ave, liberado al fin, hacia el cielo de la noche.







Quiero que pases el resto de mi con tu vida.

Quiero que pases el resto de mi con tu vida.
Convidarte a estar conmigo contigo.
A no envejecer juntos:
a envejecer tu y yo, pero no nosotros.
Que me invites a tu cama para hacernos
hasta cansarnos sin cansarnos nunca de cansarnos.
Quiero dormir la siesta contigo.
Quiero que me pases. Que me elijas
como elije la muerte el muerto
en ese instante póstumo
y primero del gusto a tierra en los huesos.
Quiero ser tu vida sin quitarte tu vida
ni perder yo la mía.
Quiero que seas. Cerca, pronto, tuyo, mía,
de a ratos, para siempre o como quieras
quiero que seas.
Quiero besarte ahora, después y mañana

Yo tengo tu cuerpo en mis manos

Yo tengo tu cuerpo en mis manos,
tu sombra en mi cuarto,
tu perfume en la cocina
haciéndome el café de la mañana.
Yo tengo tus pies en mis zapatos
caminando mis esquinas
con tus manos tomadas de las mías
en mi pequeña y triste fantasía.

Yo tengo tu bandera y tu retrato
como otros cuelgan crucifijos.

Yo tengo en la memoria
tu entera geografía
y la porfía de quererte
en mi poesía
como te quiero en mi vida.

El sol de la mañana provoca a mi rostro pálido

El sol de la mañana provoca a mi rostro pálido
que niega el despertar con las pocas fuerzas de un sueño.
Mis piernas saben que alrededor de la cama crecen
como malezas las tardes de ausencias
y el cuerpo se resiste a abandonar esta tumba.
El hombre sin amor no debiera despertar jamás de un sueño
en el que una mujer lo abraza.
Debiera haber caminos que lleven a la felicidad.
Deberian tener los caminos amores como árboles
para poder descansar en sus sombras.

Reza por mi: no dejes que me olviden.

Reza por mi: no dejes que me olviden.

Líbrame de todo el viento,
animal:
un lobo hambriento es el mundo.

¡Animal desesperado! Levanto ciegos
los ojos
apreto carne y colmillo
despierto y el cielo es otro
y es también otro animal enfermo.

Ven a amortajarme hasta el veneno de los huesos
que he salvado de los perros.

¿Qué hay para apreciar en mí además de esta escasa muerte
deshaciendo la espuma de una ola
en la rabia de un perro enfermo?

Te traigo esta canción,
cosecha de un año de bíblicas plagas
y hombres de carbón gastado por los días
más negros que la peste que les secó la piel
hasta los huesos.

Este poema se alimentó de sueños recurrentes.
¿A quién o a qué le temes? Al viento
le he dado mis miedos: encima de ellos cabalgan
mis muertos.