Líbrame de todo el viento,
animal:
un lobo hambriento es el mundo.
¡Animal desesperado! Levanto ciegos
los ojos
apreto carne y colmillo
despierto y el cielo es otro
y es también otro animal enfermo.
Ven a amortajarme hasta el veneno de los huesos
que he salvado de los perros.
¿Qué hay para apreciar en mí además de esta escasa muerte
deshaciendo la espuma de una ola
en la rabia de un perro enfermo?
Te traigo esta canción,
cosecha de un año de bíblicas plagas
y hombres de carbón gastado por los días
más negros que la peste que les secó la piel
hasta los huesos.
Este poema se alimentó de sueños recurrentes.
¿A quién o a qué le temes? Al viento
le he dado mis miedos: encima de ellos cabalgan
mis muertos.