Yo voy a volver a recorrer la luna,
como corresponde a todo buen poeta.
Sin saber cómo insinuaré una luna llena
inventaré suaves conejos blancos sobre ella
o, mejor, grises y marrones, para que puedan verse desde la tierra.
Sobre la faz, visible solo las noches de cielo despejado
tallaré a cincel un ser fantástico
sobrenatural
capaz de devolvernos la poesía
a los muertos.