He tenido lástima de esas flores pequeñas que crecen a veces entre las piedras.
Es seguro que ellas también tengan su lástima
del cactus frio que no muere.
He pensado muchas veces en el tiempo y en cómo los jóvenes no ven el suelo
por mirar enfermos el cielo.
Se pierden fácil, los distraen las cosas que vuelan.
"¡Son jóvenes!" me grita el viento.
¿Será que a pesar del silencio no tengo paciencia?
Entonces un lagarto pequeño
un pobre animalejo
me despierta
con sus patas afiladas trepándome el cuello.
¡Extraños son los sueños del árbol viejo!
A veces, sueño que muero.
Díga usted si no es extraño.