Escribo con la yema de mis dedos,
en tus senos, versos que no
se sueñan en palabras. De tu néctar
libo sacrificios a los dioses y eres,
en el eterno instante de un gemido,
el Paraíso perdido y olvidado.
Te pierdo y te encuentro cada vez
que te ofreces
desnuda, y todas las veces es
como si fueras nueva.