A la alfombra de hojas muertas

A la alfombra de hojas muertas se parece tu ausencia.
Un dorado extrañarte de atardecer de otoño,
como esas lloviznas tristes que no mojan.
No ha quedado en la calle y en los arboles ni un gorrión
a quien llorarle.
Se me ha secado la savia. Los besos
hibernan en una habitación con fríos azulejos.
No te nombro siquiera:
no sea que al llamarte no vengas
y me quede solo.