Nació una mujer en un pueblo sin casas
ni calles, ni cementerio.
Una mujer sin día de cumpleaños o santo,
sin ropas, sin armas,
sin dueño ni espacio en la tierra.
Nació esta mujer en la puerta del cielo
y aun así escogió la tierra más que las nubes...
Esta mujer ha vivido en los hombres perdidos
sin casa ni pueblo, sin santo ni cielos...
La he alojado una vez en mi lecho
pero el deseo de una carne me hizo olvidarla...
El desengaño, fuerte y claro como un río,
me la ha recordado:
viviré en ella desde hoy o no habrá vida...