Debería el verso pagarse con besos:
cobrar el poeta en cuidados que sanen
la herida sangrada en cada rima.
Ser su musa musa y enfermera,
vendarle con caricias la triste trama del poema.
Atender la urgencia que reclama
una metáfora corrosiva,
cerrar la cicatriz de un recuerdo
abierto en una imagen precisa y delicada.
Debería el verso cobrarse en besos,
y el beso, pagarse con versos.