Si supiera qué escribir o cómo,
qué adjetivo darle a tu forma
y que sea tu esencia lo que nombre
y no tu superficie efímera, animal.
Si fuera tan simple decir las cosas como son
sin ser otro poeta más luchando con los nombres.
Afirmar que la nieve es algo más que blanca o fría,
que el río es más que espejo o vida que va al mar
o el niño que no se vuelve a ser jamás.
Encontrar en el nombre la cosa.
Abandonar para siempre los poemas que dicen
y escribir uno que sea.
Olvidar de una buena vez la duda semántica
y la simiesca retórica,
quitarme en un verso exacto el peso
de todas las máscaras
y ser
simplemente feliz:
amar a la rosa y no a la espina, al camino
y no a la piedra, a la mujer y no al amor.