Flor

Alabada cada una
   de tus pecas,
benditos los ojos
   alcahuetes que delatan
   cuando una palabra
te conmueve,
   sean tus manos las que enciendan
el ultimo cigarrillo
   y me devuelvan
-la metáfora es mas completa
   de lo que parece-
la vida.


Tengo
una novela escrita a
   unos ojos que
      parecían de agua y
varios poemas a
   unos ojos verdes
      que me acechan en la cercanía
           de mi morada;
pero no tengo
   palabras
para los ojos que amo.


(a F. L., solo por ella y para ella)