Qué atroz imposición es tu belleza


¡Qué atroz imposición es tu belleza!
Temo el día en que soldados de la democracia
te arranquen de mis ojos
con su estúpido pregón de libertad.
¿Acaso no soy libre de entregar mi libertad
ante una mujer que me perturbe?
Muchos hombres caen vencidos cada día, cada hora,
ante el dinero, el poder, la corrupción y yo,
que solo he permitido esta derrota ante tu encanto
soy puesto pronto como ejemplo
de mediocre entrega y nula resistencia.
¡Qué tristes estarán los hombres que por mucho menos
han vendido el alma, el cuerpo y hasta al perro!
Tan solo un lujo puedo permitirme en mi pobreza: Tú,
riqueza inagotable de ternura, encanto de belleza inmaterial.
Voy a encerrarme esta tarde en este cuarto solitario
a pensarte. Tú, quédate mi libertad si la pretendes
pero algo, mínimo y escaso, no me importa, debes darme a cambio:
la esperanza, solo eso, y me conformo
con que dejes que te espere.