Supo amar, una tarde, o dos, a orillas de un arroyo
Supo amar, una tarde, o dos, a orillas de un arroyo,
y olvidó, por una tarde, o dos, lo que es ser hombre.
Sucede, a veces, esta paradoja y en un par de senos
generosos, se olvida el hombre de ser hombre.
Le ocurrió a este sujeto, una o dos veces, a orillas de un arrollo
y entre los senos formidables
de una amante generosa se le fue un poema
para el cielo y lo perdió como perdió
su momento de ser hombre en la mujer.
Buscó con ansias reencontrarlo ─o reencontrarse─
entre esas flores que crecen silvestres en el vientre de una amante
y ella, formidable y generosa, le dejaba
hacerle trampas a la tarde porque dijeran,
los pétalos desohjados un "me ama" y consolarlo
a su poeta hombre que se le iba hacíendo niño
entre sus senos para amarla.