a los muertos de Palestina
¡Muera el Capitalismo
y el sionismo que lo parió!
En noches que Yahvé hizo azules
el cielo tenía el aspecto del fuego
y a los niños que Yahvé dió un alma
las almas se les iban por la boca
en el suspiro de una bomba
y la tierra que Yahvé llamó sagrada
los hombres a los que la prometió
la destruían y la incendiaban
con la misma furia con la que hubieran marchado
a apagar el mismo infierno.
Yahvé estaba allí, viéndolo todo.
Yahvé estaba ahí, viendo morir a los niños
que hizo con tanto amor,
viendo explotar sobre su tierra más querida
las bombas de su pueblo escogido.
Pero los niños seguían muriendo,
seguían apagándose las almas
al mismo tiempo que se encendían nuevos fuegos.
Y Yahvé todo lo contemplaba
como cuando hace mucho
contempló Su obra.
Dijo una anciana palestina, llevando a su niño
muerto en sus brazos,
que oyó a Yahvé mientras decía:
"esto también es bueno".