Un horizonte elevado que no toca la tierra, por debajo,
ni por encima el cielo.
¡Qué extraña esta sensación de haber sido olvidado!
Se me acerca la muerte con su mueca estúpida y ríe
de mi risa, no le temo, no esta noche.
Podría cabalgarla hasta ese horizonte surrealista
que no existe más que un recuerdo absurdo
y desdibujado de otro mundo.
En mis pies sin alas duermen los pasos olvidados y borrados.
No soy aquel que soñó. Ni este que sueña.