Todo se ha marchado hacia un puerto
desconocido y lejano, solitario,
sin faro ni habitantes.
Todo ha muerto en la ceguera de un ave
que ha olvidado las nubes y el cielo.
Está, detrás de cada gota, la lluvia en las ventanas.
Hoy es la tarde, la noche, pero nunca la mañana.
Es de día aunque no te vea ni te sienta
más que como un ausencia lejana.
De pronto te has ido, dejándome solo
en la compañía de toda esta gente que no me siente.
Quien eras ya no soy.
Todas las tumbas repiten epitafios en este cementerio
vacío y sin sobresaltos.
Entre estos mundos estamos los dos
y los dos somos dos mundos en diferente órbita.
Era tu pez.
Y hoy respiro con lo que puedo
un aire viciado y húmedo
que solo alcanza para dejarme esta nostalgia del agua infinita de los mares.
Fuera no hay lluvia que baste para lloverme
como me llueve dentro de mi propia casa.
Debajo de mi propio techo no estoy en mi propia casa
Quien sepa alimentarme me salvará del hambre,
mas nunca de la soledad.
Hay un animal durmiendo la siesta en tu regazo,
donde yo solía recostarme por las tardes.
Afuera todo es tristeza y frío y humedad,
adentro, solo el calor tibio de una chimenea me acompaña.
Toda la leña que junté para abrigarte,
hoy es triste recuerdo una tarde que volví al hogar
sucio, a salvarme del frío en tus sonrisas.
Los pobres, ahora, son más pobres, y los ricos,
más miserables.
Todos los hombres son el enemigo,
todas las mujeres, tu recuerdo.
Quien ha muerto alguna vez en esta vida,
toda la vida seguirá estando muerto.