El mustio olor en los sentidos,
esa sensación corriente en todo muerto:
las flores muertas y el retrato descolorido.
Me acecha esta emoción, ¡aún vivo!
Sé la esperanza del cadáver que sueña con esas manos;
esas manos nuevas y buenas que se apiaden de la muerte:
las manos que pongan flores vivas.
Yo no he muerto, no en el cuerpo, no todavía.
Pero la presencia de flores marchitas me acecha:
Cada instante es otra infelicidad,
otro momento sin flores nuevas,
sin manos buenas.