Cuando haiga yo de morir
en mi honor canten dos coplas
una, por la vida ida, otra
por la muerte gastada.
Porque entre todas tristezas
Ha de haber una alegría:
que una vez la muerte pagada
no vuelve a morirse en la vida.
Mientras sigan los hombres viviendo
de la muerte no habrán de soltarse
hasta bien entrados en ella.
El hombre sabrá que la muerte
y el amor, en la vida,
solo una vez se gastan.