La Doncella


La Doncella ha muerto.
Con ella se han ido también los pasos de los gigantes.
Las enredaderas que adornaban la luna la lloraron durante el frío verano en que murió.

La Doncella ha muerto.
Se terminaron los siglos que tardan en madurar las alacenas.
Un árbol, pelirrojo, quiso ahorcarse con pájaros de niñas.

Me contó un caminante que allá donde la tierra termina
saben como hacerla volver.
Asombrado de ilusión quise saber más,
y me hablo de un Dios;
un ser pequeño con alas como las de los elefantes,
de barba en la espalda y ojos grises con pupilas también grises.
Dice que El puede.
Yo no le creo.

La Doncella ha muerto. Yo la he visto.