Támiris, el tracio

En casa de Éurito, el ecalieo,
desperté la ira de las musas.
Cuando el vino puro de las libaciones
me perdió, exclamé:
¡la inspiración es una puta infiel!

Airadas,
las hijas del Olímpico,
  ahogaron la memoria en el vino negro
     de la noche...
y ya no he sido más que
   mi propio recuerdo...