Una mujer se me llevó el silencio.
Me ha dejado solo y ahogado
entre palabras que hago versos.
Maldita su costumbre
de inspirame los poemas más tristes,
los versos más cenicientos.
Esa mujer y su costumbre
de expandir el universo al infinito
y hacerme tan pequeño
como la minúscula sombra
de la espina más chica de una rosa
que no dará capullos
nunca.