Necesito un beso

Necesito un beso.
Un beso cálido sin fecha,
sin recibo.
Necesito un beso
anónimo y cierto.
Un beso invisible
para que no lo vea
la gente.
Necesito un beso
nuestro.
Ni tuyo ni mio.

Hoy quiero estar aquí y ser este que escribe

Hoy quiero estar aquí y ser este que escribe.
Olvidar el maltrato diario de lo cotidiano,
salirme de esta cabeza enferma de convencionalismos
sociales donde el fracaso es el éxito irreal de la fortuna.
Hoy quiero encontrarme con este verso fastidiado
que me acecha desde el rincón más fatídico
de mi mal humor.
Hoy no estoy, no he venido, ni vendré,
seré el poeta, el que fabrica versos,
el que muere lento en el corazón de una mujer solitaria.
Hoy quiero abrazarme y sentirme cuidado.
Devolver el golpe de látigo al que impera
sobre las ideas y los sueños.
Hoy quiero asesinar la mala vida
y la buena muerte que uno espera sin esperanzas.
Hoy volaré alto para mezclarme con las nubes
y que esos cuantos que no ven el cielo no me vean.
Quiero refugiarme en un abrazo lastimero
y acobardarme como perro callejero
para mostrar los dientes al inocente transeúnte
cuando menos se lo espere.
Hoy me voy a dormir en los brazos que me cobijen
sin pensar en amores ni hacer promesas.
Hoy no me hables, no me busques.
Si quieres mis palabras,
lee mis versos. Que son más mios que yo mismo.

Una mujer que me abrazó sentados en la luna

Una mujer que me abrazó sentados en la luna,
me dejó esta nostalgia de noches heladas.
Con dedos de estrellas me acariciaba.
Algún cometa besador se me metió en la boca
una noche negra y me creí la vida
y la poesía y le escribí cien versos
en setenta y siete poemas.
Le planté caricias de luz y aire entre
las piedras de la tierra seca y árida de mi cuerpo.
Una mujer blanca, de nubes grises y azules
que me tendió en su lecho una noche de enero
y me beso el pecho con sus sueños buenos
y tiernos de almohadas de humo blanco.
Duró una luna mi aventura por sus faldas
y en sus piernas me creció una enredadera
que aún hoy germina y no termina.
Mujer: ¡de luna has de estar hecha
para que mis noches sean tan tuyas!

Hoy que esperaba una nube

Hoy que esperaba una nube
llegó el destino a traerme sus tormentas.
No hubo tregua ni descanso
y los brazos acalambrados y heridos
intentan un último golpe contra este viento
que trae pestes en su lomo.
Las tropas de los vencidos duermen
en el campo de batalla un sueño de victoria.
Los vencedores celebran con vino y orgías
el triunfo de sus altos ideales.
El mundo está cambiando,
se está haciendo más chico.
De todos lados llegan voluntarios
a reunir los cuerpos mutilados
para darles sepultura.
El mundo dentro de poco será de los caídos.
¡Alegría! Pronto los muertos marcaran el camino.

He contado las flores, las aves, las tardes de sol

He contado las flores, las aves, las tardes de sol,
y me han devuelto en abrazos los versos que
garabateo como dibuja un niño.
He amado hasta el cansancio y me han dado
algunos besos de esos
que se recuerdan siempre.
He tomado de la mano a mis mujeres
para pasear bajo la lluvia,
y aunque hoy no estén,
viven siempre en mi poesía.
He soñado con tocar las nubes,
y he volado en sueños.
He caminado y he golpeado puertas
que siempre estuvieron abiertas.
He sentido el mundo como una calesita
y ahí estuvieron esos brazos,
para evitar que caiga, mareado, en el barro.
He sido el poeta,
el hombre que amasó ternuras
para hacer panes.
He sido yo,
sin tener que ser otro
porque en mis versos duerme siempre
una mujer desnuda
para aliviarme las penas.
He sido esto que guardan:
he sido el poeta
porque han leído mis versos.

Este momento inquieto que llamamos presente

Este momento inquieto que llamamos presente
es todo lo que nos queda del pasado.
Las lágrimas y  las risas
se han ido a otra tierra
donde ya no existen.
Para seguir mi camino
suelto el pasado y me hago nadie.
Una hoja en blanco.

Tu belleza o tu inteligencia me sobran

Tu belleza o tu inteligencia me sobran.
Para quererte no necesito excusas.
Me basta con quererte.
Quererte en la informalidad
de un beso distraido.
Te quiero como a una nube
a la que no se pide
coherencia ni forma:
se la ama por caprichosa,
por las tormentas que guarda.
Te quiero suelta de lazos
y cadenas,
te quiero libre
para que tú me quieras
como yo te quiero.
Me alcanza tu abrazo para quererte.
Me alcanzan tus besos para quererte.
Te quiero porque quiero quererte
aunque seas tú la que se haga querer.
Te quiero y nada más que eso.
Lo demás me sobra
para quererte.

Tenerte entre mis brazos de sueños

Tenerte entre mis brazos de sueños
sin tenerte. Soñarte despierto.
Alcanzarte como a una sombra,
rastrear el aroma de tu pelo
en la corriente de un rio tempestuoso.
No estar en tus brazos despiertos,
no estar, y conformarse con eso.
Saber de tu aliento el recuerdo,
ansiar con todas las fuerzas
un beso. Que no estés. Que no seas.
Tristeza y recuerdos de un perro muerto.
Tu cuerpo vivo y ausente
en la frente, entre ceja y ceja.
Corona de espinas.
Tu estrella en el cielo, en la tierra
esta pena. ¡Qué pena!
¡Qué pena tan grande tener que no tenerte!

Tenía un negrito en mi casa

Tenía un negrito en mi casa
chiquito y con la panza hinchada.
Jugaba el negrito a contarle
las manchas a una jirafa.
Era feliz mi negrito,
saltando y rugiendo
creyendose rey
en su selva.

Tenía un negrito en mi casa
que era mi hijito.

Tenía un negrito en mi casa
que un día lo cazaron.
Como a bestia cadenas
le ataron.
Y lo llevaron lejos, al mercado.

Tenía un negrito en mi casa.
Sabrá el Dios de los blancos que cosa
cantaba el negrito
en el arrozal, esta mañana.

Era el poeta que en su propio invierno

Era el poeta que en su propio invierno
sembró la primavera.
Regué de flores y árboles los jardines secos.
Me vestí de pétalos,
me dibujé mariposas en la boca del estomago
y pinté mis labios con amores.
Por un tiempo fui el poeta que soñaban mis versos.
Fui libre y fui valiente.
Y mis flores te enamoraron,
y te hiciste mía.
Y te amé como a mis flores.
Y te amé.

 ¿Ahora vienes con tijeras a podar mis flores?
Te nombré mi primavera y te vuelves otoño
de árboles que agonizan.
¡Mira la belleza de mis flores!
Mira como las pierdes,
¡cómo me duelen tus manos de tijera
que mis propios versos huyen de ellas!

Poeta, que tus versos no mueran

Poeta, que tus versos no mueran
en la indiferencia o la ignorancia.
Quien te lea ha de sentir verdades aunque duelan.
Llena tus versos de flores, pero más de espinas.
Brinda alas a tu poesía y déjala que vuele,
que su propio destino lo decidan ellas.
Nunca te aferres al pasado más que para inventar un verso,
ni sueñes un futuro que no rime con tu noche.
Solo escribe; en tu soledad vive de tus letras.
La fama es más puta que compañera, no la quieras
más que para un rato en tu cama.
Tu canto, que sea valiente, que enfrente al retractor,
y al enemigo, pero más que a cualquier otro,
al indiferente, porque al menos,
tu enemigo tiene algún sentir y eso le cuentas.
Poeta, eres y serás por siempre.
Tu jaula serán tus versos: no tú, sino ellos, volarán.
Tus piernas habrán de llevarte tan lejos como sea, pero tus versos 
no serán la mula de tu nombre.
Escribe, rima y sueña en tus papeles hasta que el 
día llegue de tu muerte. Muere tú, Poeta,
sabiendo que no habrá muerte para tus versos.

Que tengo carne y huesos como todos

Que tengo carne y huesos como todos
no es novedad ni mentira,
pero tambien tengo este otro cuerpo
para amarte: mis poesías,
mis canciones.
Podré ser hombre como todos
con los pies atados a la tierra,
pero tengo alas de palabras
hechas verso.
Podrás decirme "amor" como a cualquiera,
pero jamás seré en tus sueños
un amor cualquiera.

Voy a tocarte el pecho con una palabra

Voy a tocarte el pecho con una palabra,
a acariciarte de una forma nueva,
que sepas que a mi paso dejo huella
y que la estela de mis sueños
no se borra con el viento.
Voy a abrazarte con el alma tibia,
a envenenar tu invierno para que sepas
que aunque sea de barro como todos
en mis manos tengo pétalos
y a en mi sombra se vive para siempre
aunque me olvides algún día.
Voy a escribir un verso que no olvides,
que te acaricie la cintura cuando te bese,
que te muestre que en mis brazos
no se muere.

Hoy salgo a buscar flores para tus trenzas

Hoy salgo a buscar flores para tus trenzas
amarillas. Quiero adornarte de nubes
profundas como tus ojos.
Anoche me dormí sin darme
cuenta abrazado a un recuerdo
de hace tiempo.
Cuando desperté me estabas hablando,
y fue tal la sorpresa que no
pude escucharte.
Nunca te dije quien soy,
y me arrepiento de no haberte
enamorado aquella tarde.
Una noche te ví en mi ventana
y supe quién era. Sin embargo,
nunca te dije que empecé mis versos
hablando de tus ojos verdes
y he dejado que pasaras por mi casa
sin hablarte.
Hoy he salido a buscar flores para tus trenzas
amarillas. Quieran tus manos recibirlas
y amarlas como aquella tarde.

Quiero tu cuerpo desnudo, tus muslos

Quiero tu cuerpo desnudo, tus muslos
de luces y sombras, tu espalda perfecta
en esta noche de muerte y resurrección.
Quiero por hoy solo pensar en batallas
de labios y manos por tu vientre.
Quiero perder tus batallas para descansar
de tanto fracaso inevitable.
Quiero que explores mis luchas,
las ausencias que me duelen
y las muertes que he sufrido.
Quiero que seas, desnuda,
mi única batalla esta noche.
Que no me falte tu agua,
ni tu césped para abrevar este cansancio.

Quieres que sangre esta noche por ti

¿Quieres que sangre esta noche por ti?
Te daré ese gusto pero no olvides
nunca esta noche.
Esta noche moriré de nuevo
por lo que me has dado.
Pero recuerda, vida, que este pecho
que arde es nuestro,
no solo mio, y puedo matarlo si quiero.
Serás mañana mariposa,
seré el árbol que has secado nueve veces.
¿Me matas por gusto?
Me dejo matar por darte este gusto.
Hoy doblo mis piernas para apoyar
rodillas y orgullo en la tierra.
No falles tu disparo, vida, porque solo uno tendrás.
Me has visto levantarme:
aprende a respetarme.
Mañana estaré de pie y sabes
que yo nunca he errado el golpe.

Anoche he vuelto a soñar contigo

Anoche he vuelto a soñar contigo y
con tu sexo, mujer...
Anoche he vuelto a beberte y saciarme
en un sueño incompleto.
Te impones a mis horas de descanso
como un muro ante el descampado verde
que oculta el sol y la pradera.
Ya no duermo por este sueño constante
de tenerte bajo mi cuerpo,
entre mis alas.
¿Será que alguna noche
te enredarás en mis ganas?

El pastorcito y su flauta de caña

El pastorcito y su flauta de caña
inventan mariposas.
¡Nunca fue tan feliz la primavera
ni tuvo tantas orejas el monte!
¡Hasta las nubes se han detenido
para escucharlo y amarlo
al pastorcito y su flauta de caña!

También la muerte...

También la muerte se dejará acostar
una noche de invierno. No lo dudes,
la soledad es efímera como la ilusión
de libertad.
Si no te tengo, ¿para qué el invierno?....

Una pena saltando de un puente

Una pena saltando de un puente,
una tristeza llorando,
tus manos soltando las mías...
Una estrella muere en el azul de la noche
y la miramos juntos en esta distancia
de llorar por nuestras muertes...
Te extrañaré hasta que tenga que olvidarte,
pero no te olvidaré...
serás este recuerdo helado que me enfriará las noches.
Te recordaré como un ave
que ha curado sus alas y pronto
dejará mi pecho como la nota más alta
de una canción.

Se nos parece tanto la vida a una guerra fría

Se nos parece tanto la vida a una guerra fría,
sin corazón los dos, como estatuillas,
recuerdos de algún viaje que nunca hicimos.
Esta falta de nosotros que me huele a resacas
de domingo por la tarde. Yo, en la cocina,
escribiéndote estos versos, tú,
ya nunca se donde...
la casa hoy es la mansión de un rico sin amor,
habitada por dos enamorados pobres.

Estamos...

Estamos. Somos. El verbo
y la historia
fáctica.
La ilusión
perdida.
El desamor. Todas las noches.
Vivimos.
Tenemos. Poco, algo,
nada, mucho. Tengamos.
Seamos, lo demás es
cuento. Verso, todo
es verso si lo escribe
el poeta.
Tendría.
Podría.
Conjugación
imperfecta de
pretéritos futuros.
Condicionales. Si.
No. En el origen era
la nada
y de la nada, nosotros.
El todo es un
invento de los que venden
a Dios. El universo
está aquí dentro de esta copa.
En el sueño tinto
de esta noche.

Qué serena te enfrentas a la mañana

¡Qué serena te enfrentas a la mañana
con esta esperanza infinita de robarme un beso!
Te opones al sol y por la noche a las estrellas, 
y triunfas siempre en tus esfuerzos
de conquistarme y quitarme de los ojos el mundo.
Te obsequio, mujer, con las mejores flores
por este amarme sin milagros,
sin imposibles... 

Quien quiera que seas, ¡despierta...

Quien quiera que seas, ¡despierta que el aire
de la mañana nos trae de lejos otra esperanza!
Ya siento el aroma de flores frescas para
adornarte el cabello y las trenzas...
No dejes que una pena te mate, olvida
las manos afiladas que rasgaron tus vestidos
y acércate para que pueda, con esta agua fresca
y nueva que nos trae esta mañana,
lavarte los pies como a una diosa.

Haikús I

LLuvia de otoño,
las flores de la tierra
riega mi llanto.


Ramos de rosas
te dejo en la sonrisa,
¡Qué se hagan besos!


Luz de la luna:
brilla con más humildad
que me desvelas.


Noche cerrada,
la luna ya bien alta
reparte sueños


Han muerto aquellas
hojas primaverales:
es el otoño.


Te alejas de mí,
te olvidas mariposa
que me has amado.

He transitado la vida de la mano de la muerte

He transitado la vida de la mano de la muerte.
Me he refugiado en la calle cuando no tuve hogar,
con la música que me seguía como un perro.
Me guarde algún recuerdo que invente,
de algunas cosas que no hicimos. Lo
tengo siempre a mano por las noches de frío.
A veces pienso que no debería pensar tanto,
ni soñar ni esperar algo de nada.
A veces me muero despacio,
leyendo un diálogo escrito en mi mente.
Ya casi nunca me despierto al levantarme,
quisiera ser sordo y ciego para no saber
ni lo que viven ni lo que escribo.
He perdido batallas, todas, he ganado
las otras, las que no existieron.
Me ha dolido una muerte,
tres muertes, y se que faltan,
las veo cada día en la esquina de mi casa,
sentadas, rondándome
como hice yo alguna vez con alguien.
Me he perdido en mi propia casa y en ciudades
que nunca he visto he caminado sin dudas.
Me he cortado el cabello y la fe,
uno porque se cae con los años, la otra
porque murió una tarde en una plaza
cuando en vez de un beso cualquiera
me diste el último.
Si he extrañado ha sido por no saber olvidar,
he aprendido setenta y siete cosas inútiles,
y ninguna que sirva.
Si he extrañado será que he dejado en ti
algo que ya no crecerá de nuevo.
Si a veces me suicido será porque la vida se me gasta.
Acércate en silencio, dame un beso y un abrazo.
Todo pasa.

Los olvidados de Dios se abrazan

Los olvidados de Dios se abrazan,
se besan y se confunden, en un abrazo sin amor
se desquitan del olvido
y de la memoria que se les ha negado.
Se besan sin fuego, sin pasión,
helados los sexos inútiles, abandonados,
en una noche sin amor, de venganza
rencorosa y pasajera.

En dos gotas de vino se escribió un verso tinto

En dos gotas de vino se escribió un verso tinto,
y una noche de lluvia y desamor
dos tristezas se complotaron para asesinar al olvido,
y por un rato, fueron,
dos tristezas enredadas.

El día empieza sin una sonrisa y me miras con desconfianza

El día empieza sin una sonrisa y me miras con desconfianza,
como si hoy te amara menos,
o si me hiciera menos feliz tenerte entre mis brazos.
Es que el agua a veces me cierra el pecho,
es agua salada, de mares de la infancia,
de lágrimas guardadas.
Es que a veces extraño las cosas imposibles,
los fantasmas de deseos que no tuve
cuando debí me atormentan ahora, esperando
que me abraces con otros brazos.
Es que a veces se me olvida que soy feliz y lloro,
en silencio, en un papel, con una canción.
Quisiera no ser tan ausente,
no faltarte cada día entre tus brazos,
quisiera tenerte como no te tengo y esperaba
que una noche te tuviera un poco más que en sueños.
El agua debe entrar por las ventanas mal cerradas
porque una gota se me pego en el ojo,
¡lluvia ingrata!, y yo, que le había escrito un poema...
Mañana cuando me veas, no me mires a los ojos,
las tardes de lluvia cambian su color,
se ponen mas grises.

Quisiera poner un pie

Quisiera poner un pie
en el camino,
empezar a
irme, una
vez de
mi.